“El extranjero” de
Albert Camus es una novela escrita en 1942 que se apoya en los principios
básicos del “existencialismo”, corriente filosófica que abarca desde finales
del siglo XIX hasta la segunda mitad del XX, por la cual se plantean análisis
exhaustivos del sentido de la existencia. Este planteamiento tendrá como
colofón la aparición de otra corriente, el nihilismo, que supone la negación de
cualquier tipo de sentido que se pueda dar a la vida.
La novela de Camus
tiene como protagonista a Mersault, hombre cuya indiferencia hacia la mayor
parte de cuestiones preocupantes para la sociedad resulta abrumadora. Se
produce por tanto entre el protagonista y la sociedad un importante conflicto:
el protagonista no quiere fingir un pacto social que no siente, hecho que le
llevará a la presencia constante del sentimiento trágico. Como queda presente a
lo largo de la novela, Mersault sí tiene sentimientos, pero carece de la
voluntad de seguimiento de las convenciones sociales. Le son totalmente
indiferentes. Esto queda representado simbólicamente en la superposición de las
incomodidades físicas a cualquier hecho que acontezca, por grave que sea. De
esta forma, la incapacidad de llorar en el entierro de su madre, así como el
asesinato del árabe son hechos que vienen a raíz del extremo calor que siente
el personaje.
Como consecuencia de
esa sensación de que cualquier acción humana es insignificante, surge el
sentimiento del absurdo. Éste aparece a raíz de una fractura entre lo que
nuestras vidas ofrecen y lo que el mundo nos permite. En esa sensación de
absurdo se fundamenta principalmente el sentido trágico. El conflicto siempre
nos permite avanzar, mientras que lo trágico surge de una fractura sin ningún
tipo de solución. No hay conflicto porque éste implicaría una solución. Este
sentido trágico proviene de la propia existencia.
A lo largo de toda la
novela, Mersault decide no caer en el disfraz en que voluntariamente se ha envuelto
la sociedad. Se produce por tanto la inadaptación del sujeto, hecho a partir
del cual surge la denominación de “extranjero” para el personaje principal.
Mersault es un extranjero con respecto a la sociedad, una persona extraña a
ella y difícilmente aceptable para el resto de individuos que la habitan.
Además, los rasgos existencialistas presentes en toda la novela están presentes
casi de manera literal en el nombre del personaje: Mer – sault. “Mar” y “salto”.
Aparece aquí la alusión clásica del océano con la muerte, por lo que estaríamos
hablando de una especie de “salto al mar”. Esto adquiere pleno sentido cuando
constatamos que, efectivamente, tanto para Camus como para Mersault el hombre
solo tiene dos opciones: vivir o suicidarse. Ese “salto al mar” podría
identificarse con la idea de suicidio consecuente a la constatación del
carácter absurdo de la sociedad.
Por otro lado,
encontramos un narrador en 1ª persona encarnado en la figura de Mersault con
una focalización claramente subjetiva por la cual no tenemos información ajena
al punto de vista del personaje, cosa que permite al lector introducirse de
lleno en sus pensamientos y desarrollar cierta empatía hacia él, y quizás un
insólito entendimiento de sus acciones. El lector actuará como testigo y casi
colaborador de las acciones de Mersault. El uso de la 1ª persona hace que el
lector tome parte de ello.
Desde el punto de vista
lingüístico, existe una ruptura de lo esperado. Se produce una fractura del
diálogo, ya que la acción no avanza gracias a un pacto social que permita
contestar lo esperado. Las contestaciones de Mersault rompen las presuposiciones
y las implicaturas. No tiene ninguna intención de actuar según los pactos
sociales establecidos, y esto se demuestra también lingüísticamente.
Por tanto y a través de
todos estos elementos, logra trasladar al papel los principios básicos del
nihilismo, constituyendo una obra insólita, extremadamente reivindicativa,
ácida y profundamente melancólica. Un prodigio.
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