GOPEGUI, Belén. El Lado Frío de la Almohada.




Una aproximación inicial a la novela de Gopegui, El lado frío de la almohada puede llevarnos a la impresión de que estamos ante un libro de espionaje al más puro estilo americano (nacionalidad muy presente en la figura de varios personajes del libro). A medida que transcurre el relato se hace más patente la constitución de la obra como una exploración de las vicisitudes políticas de todo un modelo político-social así como una profunda reflexión algo existencialista de la naturaleza del ser humano.


“El lado frío de la almohada” narra la historia de dos mundos opuestos encarnados en las figuras de Philip Hull y Laura Bahía, y cómo el amor que surge entre ellos en medio de una encarnizada lucha de clases se ve alterado por la política. Gopegui contextualiza el relato en pleno apogeo de la revolución cubana y más concretamente en el supuesto acuerdo que se establece en Madrid con los agentes de seguridad del Estado de Cuba, por el que Hull y Laura son intermediarios. Este trato por el cual Cuba entregaría una serie de nombres de grupos revolucionarios a cambio de dinero para su supuesta disolución, resulta ser falso. La lista de nombres no es verídica y el intercambio de dinero supone la compra por parte de Cuba de equipos informáticos que proporcionen un impulso en su economía. 


Esta es por tanto la premisa inicial que conducirá a un trágico desenlace. El carácter engañoso del acuerdo supone un contratiempo cuando Hull y Laura comienzan a enamorarse, y la culpabilidad que ambos sienten (por la consciente traición de ésta última a su amado y el cuestionamiento de Hull de sus ideas políticas como consecuencia del amor que siente por Laura) definirá su relación a lo largo de toda la novela. Además, todo esto supondrá también el punto clave de la visceral crítica presente en la totalidad del relato.


La relación de Hull y Laura tendrá como colofón la muerte de ésta última, por lo que a través de todos estos elementos está muy presente una idea central: el sentido de la revolución cubana. ¿Tiene sentido seguir luchando por Cuba aun cuando este hecho puede dar lugar a la muerte de inocentes como Laura o a la imposibilidad de que dos personas que se aman puedan permanecer juntas?


Todo el entramado político de la novela parece tener como único fin el planteamiento de esta dolorosa pregunta. Asimismo, esta búsqueda de sentido a la revolución se complementa con la constante presencia de la “intertextualidad”. A lo largo de toda la novela se insertan las cartas que Laura escribió en vida dirigidas a un “director de prensa” inexistente, en las que realiza reflexiones existencialistas sobre el “sentido”, los sueños “fragorosos”: aquellos que prometen que un día todo tendrá sentido y el día se cumplirá, y todo habrá merecido la pena. Se puede realizar aquí una identificación plena entre “los sueños fragorosos” y la causa cubana. Esos son los sueños de cambio, aquellos que están escondidos en el lado frío de la almohada, la promesa de que un día todo habrá merecido la pena… pero también la imposibilidad de que eso ocurra. Por eso son sueños. 


Solo se plantea la pregunta del sentido, por tanto. No se da una respuesta clara. En tal concepto se basa la esencia de la novela.


El carácter desolador de “El lado frío de la almohada” puede dar lugar a un sentimiento de desesperanza en los momentos posteriores a su lectura. Pero lo que no se puede negar es la capacidad de la autora para incitar a la reflexión del lector gracias a su capacidad para producir “imágenes” evocadoras y plantear cuestiones que forman parte de la cara oculta de una sociedad tremendamente definida por la política, de ese lado frío de la almohada.

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