KANE, Sarah. 4.48 Psicosis.




4.48 Psicosis es la última obra que Sarah Kane escribió. Su título es ya de por sí inquietante puesto que  las 4.48 es la hora en la que los fármacos antidepresivos tomados el día anterior comienzan a dejar de hacer efecto.  Unos días después de escribirla, Sarah Kane se suicidó por lo que al leer la obra parece que estamos asistiendo a la crónica anunciada de su suicidio.

Sarah Kane escribe desde la herida, desde el daño que sufre. El tema tratado es el suicidio, si bien no de forma esencialmente literal, sino mediante el uso de palabras misteriosas caracterizadas por cierto tratamiento metafórico que permiten al lector evocar una serie de sentimientos encontrados con respecto al tema. De esta forma se incita a una profunda reflexión del receptor del “relato”, juntándose este bagaje de enigmáticas frases con  partes más evidentes donde critica de una forma absolutamente real el tratamiento médico que está recibiendo y que la deja sin fuerzas. Su talento es increíble y su obra de una teatralidad enorme.

Esta obra duele, molesta, exaspera al lector hasta hacer su lectura insoportable y desear  que el texto se acabe para terminar de leer tanto sufrimiento: suicidio, soledad, desamor, crueldad, dolor. Kane habla de amor, de vida, de muerte y sobre todo del dolor inevitable que conlleva cada uno de ellos.
La obra está llena de voces diferentes que están presentes en la mente atormentada de la autora. Es un texto muy teatral pero difícil de leer porque los personajes no están indicados, tampoco las escenas, ni existe ninguna acotación ni explicación que clarifique el texto. Es más, la estructura del texto la constituyen fragmentos de discurso en los que Sarah Kane va mostrando su profunda tristeza y desesperación: en el texto se mezclan las conversaciones con su  médico-psiquiatra, con el único médico que ha podido hablar pero al que considera finalmente que la ha traicionado y que es como los demás;  también están muy presentes sus pensamientos referidos al ser humano y a lo difícil que le resulta vivir.

Asimismo existe una profunda  crítica hacia su familia, a través de alegaciones contra su padre, que abusó de ella, “a la mierda mi padre por haberme jodido la vida por nada”  y contra su madre “y a la mierda mi madre por no abandonarlo” por saberlo y callar y no hacer nada.

A lo largo de toda la obra podemos encontrar también referencias a sus intentos de suicidio.   “Pobrecita ¿qué te pasó en el brazo? Me corté…”. “Estás enferma” –le dice su médico- “No es tu culpa, eso es lo único que escucho… Me lo decís tanto que estoy empezando a pensar que sí es mi culpa”. Pero Sarah Kane no cree que esté enferma, al contrario, su lucidez es extraordinaria, incluso podría decirse que la depresión es un estado superior de la mente

Sería difícil enmarcar el texto dentro de un género concreto, puesto que la estructura que sigue el mismo se caracteriza por ser muy variable. De esta forma encontramos un conjunto de frases cortas (que actúan a modo de poemas) que se entremezclan con la estructura propia del teatro e incluso con la del ensayo filosófico. Todo ello sin ningún orden aparente. 

Personalmente veo un sentido muy claro a esta elección. La ausencia de un patrón estructural claro se une a la multiplicidad de voces para transmitir al lector un sentimiento de profundo desconcierto y así hacerle partícipe del sufrimiento padecido por la autora en su propia mente.

Tal sufrimiento alcanza su máximo exponente a través del conjunto de frases alusivas al sentido de la existencia. De esta forma, Kane da lugar a una profunda reflexión sobre sus miedos y contradicciones: “Estoy harta de vivir”; “No deseo la muerte, ningún suicida la ha deseado nunca”. En un momento determinado de la obra, el sufrimiento ya expuesto a lo largo de la misma alcanza su máximo exponente al constatar la incapacidad de amar presente en la figura de la autora. El hecho de no poder amar la conduce irremediablemente a una inevitable voluntad de autodestrucción.

El lector no puede permanecer impasible ante la angustia, el dolor, la soledad y la desesperación que desprenden las páginas de “4.48 Psicosis” porque el texto es turbador y habla sobre nuestra sociedad actual que a la autora le resulta ajena y odiosa. Creo que es acertado decir que ningún otro libro me había impactado psicológicamente de una forma tan brutal como lo ha hecho éste.

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